Si has ganado peso, notas que tu porcentaje de grasa ha aumentado demasiado, o tu médico te recomienda reducirlo por diferentes afecciones asociadas al aumento de peso como tensión arterial elevada, inicio de diabetes, dolores articulares y musculares, de cabeza… lo primero que piensas es “debo ponerme a dieta“.
De hecho, damos más valor a una dieta que conlleve mayor pérdida de peso y a mayor velocidad. Y eso es un error, puesto que la bajada de peso será un éxito si se debe en su mayoría a la pérdida de grasa corporal y mejora de la condición física, eso sí sería un éxito. Ante este objetivo se suelen obviar las otras 3 patas de la mesa: actividad física, estado emocional y descanso.
Voy a empezar aclarando, que, entendemos por “hacer dieta” en este contexto, “llevar a cabo un patrón alimentario saludable e hipocalórico para nuestra circunstancia”. Ya que, dieta hacemos siempre, la dieta es el conjunto de alimentos que tomamos. Nuestra dieta puede estar compuesta de alimentos menos procesados y más saludables, puede ser vegetariana, puede excluir lácteos, puede estar repleta de alimentos poco saludables, etc., es decir siempre llevamos a cabo una “dieta”. Ahora nos centraremos en dietas coloquialmente denominadas “dietas de adelgazamiento”, que son las que te vengo a criticar si van a ser lo único que pones en práctica para esa disminución de tu peso.
Tendremos dos casos: que la dieta esté mal planteada o que sea una dieta bastante óptima para reducir tu porcentaje de grasa corporal.
1. Cuando hablo de “dietas mal planteadas” me refiero a aquellas que, aunque te hagan perder peso, tienen más efectos negativos que positivos. Ejemplos pueden ser las dietas milagro (dieta de la alcachofa, del grupo sanguíneo, disociada…); las dietas muy restrictivas que te hagan estar excesivamente deficiente en nutrientes y generar ansiedad por la comida; las que son a base de batidos sustitutivos; las que consisten en beber zumos; de comidas las que no se adatan a tus gustos y preferencias, las que no se adaptan a tu estilo de vida y son imposibles de poner en práctica, entre otras.
2. En el segundo caso, vamos a suponer que partimos de una dieta muy óptima para reducir tu grasa corporal, has acudido a tu dietista-nutricionista y tienes una pauta dietética nutritiva, adaptada a tus necesidades, gustos, bien planteada, y además cuentas con su apoyo para ir adaptándola y preguntándole dudas. Pues en este caso, también estarías cometiendo un error si las tres patas restantes de la mesa no las trabajas:
1. ACTIVIDAD FÍSICA: por muy bien que realices tu pauta dietética, si no estás aumentando tu actividad física, incluyendo también ejercicio físico /entrenamiento planificado esa pérdida de peso puede no ser la que buscas. Lo primero porque te resultara muy complicado o tendrás que llevar una dieta muy baja en calorías para generar un déficit solo con cambios en tu alimentación, incluso cuando veas bajar el número de tu báscula, , esa pérdida de peso pierde valor, pues significará que estás perdiendo agua corporal y masa muscular. El ejercicio físico y sobre todo el entrenamiento con pesas, es lo que más te va a ayudar a conservar masa muscular mientras pierdes grasa y va a ayudarte muchísimo a bajarla. Mejora casi absolutamente todos los aspectos fisiológicos que te van a llevar a una mejor composición corporal: calidad de tu masa muscular y pérdida de grasa. Por no hablar de los infinitos beneficios para tu salud.
2. ESTADO EMOCIONAL: la inmensa mayoría de las dificultades que veo en consulta que presentan mis pacientes para mejorar su alimentación y estilo de vida, se deben a un estado emocional “descuidado”. Falta de motivación para hacer lo que realmente queremos hacer, sentimientos “tapados” con comida basura, y un círculo vicioso en torno a los malos hábitos. Acude a un profesional de tema y dedica tiempo a meditar cada día para trabajar en ello.
3. DESCANSO: el descanso inadecuado está íntimamente relacionado con la dificultad para perder grasa, influye en las otras 3 “patas”, y generando por sí mismo alteraciones hormonales y merma de tu salud.
Así que, si buscas la mejor dieta y la que más rápido te haga perder peso, aunque pienses que es lo que quieres, ese sacrificio será en vano si no cambias poco a poco tus hábitos, y lo más importante, lo disfrutas. De lo contrario, seguirás saltando de una dieta a otra, sin verte y sentirte mejor. No dudes en buscar ayuda para ello, sea psicológica, de entrenamiento personal que se adapte a ti, y la de una dietista-nutricionista en la que confíes para ir haciendo cambios poco a poco.