A menudo justificamos el consumo de bollería casera con el famoso “ es casero”, pero esto no siempre significa que sea más saludable, y sobre todo, no implica que sea bajo en energía, o por ser casero ayude a la pérdida de grasa, más bien todo lo contrario, pero tiene sus puntos positivos..
Durante nuestra estancia en casa en el confinamiento, me sorprendió que muchas personas decidieron dedicar su tiempo en la cocina a la repostería doméstica, por ello, en mi sección de alimentación en el blog de antena 3, compartí este artículo, en el quise abordar el tema.
Alimentarnos con materias primas más simples, alimentos en su forma más simple, debe ser la base de nuestra alimentación, por salud, pero más aún si tenemos un objetivo de pérdida de grasa. Esto quiere decir, que será muy diferente el consumir unos huevos revueltos con bol con un yogur, una manzana y unas cuantas nueces, a consumir un bizcocho de manzana, yogur y nueces, podrás pensar que, son los mismos ingredientes, huevos, yogur, manzana y nueces, pero si lo proceso en casa, por mucho que te parezca comida real, ha perdido algunas de sus propiedades, no tanto nutricionales, más bien las que afectan a nuestro patrón de consumo: es quizá más palatable, y, en definitiva, seguimos consumiendo bollería. Si se entiende como algo ocasional, estupendo! En lugar de un bizcocho o galletas ultraprocesadas, que incluirán nutrientes menos saludables y será aún más palatable (tenderemos a comerlo más sin control), hacemos uno en casa, será estupendo, pero si esto se hace casi diariamente, como ha pasado durante este confinamiento, termina por ser casi igual de negativo, más a aún si nuestro bizcocho o galletas caseras contienen harinas de cualquier tipo, azúcar, exceso de aceites, te aseguro que tenderemos a comer más de la cuenta por estar en ese formato.
Os traigo las reflexiones que comparto con mi compañero Óscar Forquet, también dietista-nutricionista, que me pareció muy interesante:
«En estas últimas semanas, ha crecido de manera sustancial la venta de harinas y levaduras, en ocasiones, llegando a causar problemas de abastecimiento en los supermercados.
Algunos psicólogos, apuntan que esta tendencia puede estar relacionada con que, dentro de este periodo de confinamiento crear y contemplar como crecen estos bizcochos, postres, etc. pueden proporcionarnos sensaciones positivas.
No obstante, cabe recalcar, que una bollo, aunque sea hecho de manera casera, sigue siendo un bollo. Por supuesto, siempre será mejor nuestro bollo “casero”, donde tú controlas los ingredientes que utilizas, en comparación de su homólogo creado por la industria alimentaria.
Con esto quiero decir, que debemos tener en cuenta que casero no es igual a sano. Puesto que, si le otorgamos a nuestro bollo un halo de salubridad puede que aumente nuestra frecuencia de consumo. En otras palabras, si piensas que te estas comiendo un bollo saludable puede que suceda lo que yo denomino como “efecto Pringles” (cuando haces top ya no hay stop).
Por otro lado, en el contexto actual, nuestro gasto energético es posible que se haya visto disminuido significativamente. Además, el estrés de la situación, puede favorecer la hiperfagia (tengamos más hambre) al menos en 2 tercios de la población. Asimismo, esta situación, aumenta la probabilidad de que tengamos mayor alimentación emocional, también la llamada hambre por aburrimiento, etc. «
Sin embargo, tener claro el concepto de que casero no es igual a saludable, que la recurrencia de ingesta importa y si no eres capaz de controlar esos impulsos hedónicos por la comida, quizás sea mejor que guardes tus dotes de reposter@ para otro momento.