Intentan captarnos con sus reclamos saludables, pero ninguna galleta te hará perder grasa, ni hará bien a la salud de tu intestino ni de tu corazón. Hace un año lo contaba en el blog de Antena 3 Nova life.
El pasillo de bollería y galletería cada vez no roba más tiempo. El motivo: la variedad y gran cantidad de información que nos muestran las etiquetas y empaque de estos productos. Hay galletas para todo y para todos los públicos: momento del día, edad, incluso publicitadas como alimento funcional, es decir, que “ayudan” o “mejoran” alguna función del organismo, como disminuir el colesterol, saciarte más, ayudarte a ir al baño con regularidad, ser más cómodo el envase o estar adaptadas a niños.
El apego emocional, la palatabilidad del producto (crujientes, dulces, sabrosas) y la gran variedad que hace que exista alguna que parece creada para tí, dificulta que sea un producto del cual prescindir. Y aclaro: NO EXISTE NINGUNA GALLETA QUE SEA SALUDABLE, o al menos mejor opción que alimentos en su materia prima menos procesada, es decir: copos de avena sin procesar, fruta fresca, frutos secos crudos, cualquier hortaliza o batido casero.
Problemas que asocio al consumo de galletas:
1. Desplazan otros alimentos más saludables. Esto significa que, si das a tu hijo galletas para el recreo, las estará consumiendo en lugar de fruta o un bocadillo con algo de proteína. Si se las das para desayunar, además de darle demasiado azúcar y harina refinada a primera hora que es incluso peor, pierdes la posibilidad de que empiece el día con algo más saludable como un huevo revuelto o una pieza de fruta con un yogur natural. Igual en tu caso si las tomas a media mañana, desayuno, postre o peor, para picar cuando no toca.
2. Nos enmascaran la sensación de saciedad. La industria ha sabido mejorar tanto su fabricación, conseguir que estén tan ricas, que “no podemos” para de comerlas fácilmente, incluso a determinados momentos del día nos acordamos de ellas y nos apetecen.
3. Incorporamos a nuestro cuerpo ingredientes nocivos. Suelen incluir harinas refinadas (aunque sean integrales, en ese caso solo adicionan salvado), azúcar o edulcorantes, aceite hidrogenados (para que el producto no se estropee, aunque diga que contiene no se cuantos ácidos grasos saludables!), exceso de sal.
4. Creemos en las “nuevas versiones saludables“. Que una galleta contenga algo de fibra añadida, un esterol que pueda ayudarte a bajar el colesterol, calcio, semillas, o más proteína, esto no compensa todo lo mencionado anteriormente, con ellas tu patrón dietético no será el adecuado para eso que buscas, por tanto, la galleta no va a sanarte ni ayudarte a mejorar tu salud.
Pero entonces, ¿qué galleta elijo?
Con toda esta información, y sabiendo que no las recomiendo en tu dieta habitual, si te apetece consumir alguna, puedes hacerlas en casa, pero cuidado con añadir los mismos ingredientes que contienen las comerciales (harina, azúcar…). Puedes usar copos de avena enteros, machacar por ejemplo con un plátano y mezclar con un huevo, una pizca de sal y hornear. Para decorar nibs de cacao puro, canela o frutos secos y listo! Por muy saludable que te parezca esta receta, tampoco la incluyas a diario.
Y para comprar alguna por el supermercado:
1. Intenta leer en los ingredientes que el primero sea harina integral o copos integrales de algún cereal.
2. No contenga aceites hidrogenados.
3. Si no contiene azúcar cuidado con los edulcorantes que lleva, casi es preferible que contenga azúcar pero no como segundo ingrediente.
4. Que no lleve mucho más salvo otros cereales, semillas o algún fruto seco.
5. Qué te guste y no la compres porque indica “ligth” o “reducida en, 0% algo”, esto te dará una falsa percepción de buena elección y no es así.
Disfruta de una galleta que te guste o úsala para alguna receta, pero siendo consciente del producto y sus ingredientes.